jueves, 22 de marzo de 2007

IUS EST ARS BONI ET AEQUI

Para el pueblo romano, la idea de ius se presenta como un arte de lo útil y equitativo. Al menos, así se entiende del texto de Ulpiano registrado en el Digesto: " ...nam ut eleganter Celsus definit, ius est ars boni et aequi". (D. I, 1, 1.) y, es más, ius deriva de iustitia.

El Derecho es, para Celso, el arte de lo bueno y de lo justo: ius est ars boni et aequi. Cuius merito –añade Ulpiano, parafraseando o comentando a Celso en uno de los primeros pasajes del Digesto en que se conserva aquella concisa y bella definición– quis nos sacerdotes appellet: iustitiam namque collimus, et boni en aequi notitiam profitemur, aequum ab aniquo separantes, licitum ab illicito discernentes... La misión del jurista que sabe serlo es, pues, un sacerdocio que tiene por culto el discernir el mal del bien en la vida social, el separar lo lícito de lo ilícito, lo justo de lo inicuo. No hay, en efecto, más triste ni más mezquino papel que el de esos que se llaman leguleyos, el de los abogados o los jueces que por encima de la letra de la ley o de los artículos de un Código no alcanzan a ver brillar en su miopía de espíritu el sol eterno de la justicia. Y si la enseñanza del Derecho romano en los estudios jurídicos modernos tiene algún sentido y alguna finalidad, aparte de la función educativa de toda historia, no puede ser otra que la de hacernos ver los esfuerzos seculares de un pueblo, del pueblo de mayor y más intensa vitalidad que ha existido, por irse acercando cada vez más a los dictados supremos de la equidad y de la justicia, desde las concepciones atávicas, arcaicas y formalistas que son los gérmenes rudimentarios de todo Derecho primitivo.

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Revista General de Legislación y Jurisprudencia, tomo 144 (págs. 409-417), 1924; Salamanca.

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